miércoles, 4 de enero de 2012

Vivir en Libertad

No puedo echarte de menos.
No puedo quererte ni tenerte.
Aunque me gustaría que estos momentos fuesen eternos, que nunca llegase a marchar y que cada día actuásemos como si jamás nos fuéramos a volver a ver.
Entonces la esencia de cada instante, de cada mirada, caricia y de de cada beso, seria eterna.
Que soñásemos despiertos por miedo de desaparecer al cerrar los ojos... Y volar.
Volar juntos, sin cadenas, sin atarnos, simplemente mirando hacia el horizonte e ir siempre más allá.
Pero no puede ser.
Porque no puedo echarte de menos. Tendré que olvidarme de ti.
Pero si pudiese echarte de menos...
Echaría de menos tu sonrisa, porque siempre sonríes sin motivo y me contagias tu alegría.
Echaría de menos tu alma, porque irradia bondad y felicidad, y tu luz hace desaparecer los monstruos que se esconden en mi oscuridad.
También echaría de menos tus dedos, tus yemas, y la manera que tienen de recorrer mi cuerpo, erizando dulcemente mi piel, la manera que tienen de descubrir cada recoveco e iluminarlo con tu magia.
Echaría de menos tus ojos, por ese color tan misterioso como tu mirada, que nunca se si calla más de lo que dice o dice más de lo que tu te callas.
Me encanta perderme en tus ojos, entre tus brazos; me fascina tu sonrisa y tu alma me atrae por tan blanca, tan pura...
Pero sobretodo, si pudiese echarte de menos, habría algo por lo que daría mi vida, por lo que valdría la pena cruzar el mundo o viajar a la luna.
Algo, por lo que me gustaría echarte de menos...

tus besos...    

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