martes, 18 de septiembre de 2012

Las palabras se las lleva el viento...

Dicen que las palabras se las lleva el viento.
Pero no sólo se lleva palabras, en realidad solo son una pequeña parte de lo que puede llegar a transportar.
Si escuchas bien, el viento canta. Tiene diferentes melodías. A veces, es tal su rabia que con sus gritos pretende derribar el mundo. Su aliento es tan duro que en su canto solo clama destrucción y espanto. Pero si no temes sus gritos puedes percibir que entre chillido y chillido se escucha una brisa de llantos y desolación.
El viento llora, como todo el mundo.
El viento sufre, como tu cuando lloras y él seca tus lágrimas. Se las lleva lejos, como las palabras. Aunque a veces, simplemente te hace llorar porque sabe que no es bueno guardarse las penas dentro, porque hay veces en que es necesario ventilar el corazón.
Pero normalmente y de por si, el viento es un romántico. Acaricia suavemente tu piel, arrancándote escalofríos con amor, o hace volar tu cabello cual mano que lo atraviesa con sus dedos. Y sin que te des cuenta, te besa. No sólo en las mejillas o en los labios, te besa por todo el cuerpo. Hasta hay veces que te provoca, que juega contigo, que hasta intenta hacerte volar.

Repito: el viento no sólo lleva palabras. También las trae, también recoge y siembra recuerdos. También crea momentos. Pero sobretodo: también te habla.
La próxima vez que notes el viento rozando tu piel, no luches, no te protejas ni te tapes, solo disfrútalo y sonríe. Escucha lo que te dice, lo que te pide. Escucha su canción, observa como hace bailar el mundo que te rodea: las hojas, el agua, la arena... Todo se mueve y remueve con el viento.

Todo esto me lo explicó él un día, mientras escribía sentada en un banco de piedra, en un parque lleno de verde, azul y marrón, cuando él intentaba pasar las páginas de mi libreta para llevarse mis palabras y dejar escritas las suyas.

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